En un mundo donde los apocalipsis solo existían en la ficción, el destino tenía preparada una sorpresa.
Las noticias volaron como aves migrantes. La oscuridad, silenciosa y voraz, ya estaba a la vuelta de la esquina.
El mundo, incrédulo, por fin supo lo que era el apocalipsis. Las ciudades ardieron. Los gobiernos cayeron.
Y la humanidad... pagó el precio de jugar a ser dios.
Todo comenzó cuando sujetos de prueba escaparon de un laboratorio secreto. Nadie sabía quién los creó, ni con qué propósito. Solo se sabía una cosa: habían traído el caos con ellos.
A esos seres se les dio un nombre rápidamente: Exiliados. Eran portadores de un virus letal, uno que transformaba instantáneamente a sus víctimas en nuevos Exiliados.
No había cura. No había esperanza. Solo infección, mutación... y muerte.
En cuestión de semanas, la humanidad entera se vio al borde de la extinción.
La población se redujo a un 20% de su tamaño original. Los pocos sobrevivientes se escondieron, temerosos de la oscuridad que acechaba en cada esquina. Pero en medio del miedo, hubo quienes decidieron no rendirse.
Hubo unos pocos, valientes o desesperados, que decidieron explorar este nuevo mundo hostil, buscando respuestas, buscando un futuro que no estuviera marcado por la muerte.