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Chapter 7 - 7. La chica del pelo de fuego

Siguiendo las instrucciones de Hiroshi, Yuuki y sus amigos iniciaron su viaje a Kioto, la cual quedaba al noreste de Toyama. La región norte de Taiyo, donde se ubicaban tanto Toyama como Kioto, estaba repleta de caminos de tierra que conectaban las distintas ciudades y pueblo. Recorrer aquellos caminos no era mucho más cómodo que viajar por los prados que predominaban allí, pero aseguraba que ningún viajero se perdiera, siempre y cuando pusieran atención a los carteles en las bifurcaciones.

—¿Cómo creen que sea Kioto? —preguntó Kaguya cuando Toyama aún era visible con simplemente voltearse.

—Lo único seguro es que es mucho más grande que Toyama —dijo Katashi.

—Me pregunto si se parecerá a las ciudades de donde vengo —dijo Yuuki que había decidido mantener en secreto las similitudes de nombre.

Les había contado cómo eran las ciudades de su mundo, mas Kaguya y Katashi no eran siquiera capaces de imaginar ciudades tan inmensas.

—Ahora que lo mencionas, ¿creen que podremos ir todos juntos al mundo de Yuuki? —dijo Kaguya.

—No lo creo. Debe haber una razón de peso por lo que lo prohibieron —dijo Katashi que al ver el rostro de decepción de Kaguya sintió cierta culpa al hablar a la ligera—. Realmente me intriga saber que pudo haber pasado.

Para alivio de Katashi, los chicos dejaron fluir su imaginación. Sus ideas eran interminables, desde que un animal cambió de mundo y afectó al ecosistema, pasando por alguna enfermedad, hasta que hubo gente que desapareció por culpa del experimento.

Los temas de conversación que sacaban eran interminables, haciendo el viaje mucho más llevadero, pero poco a poco el cansancio fue apoderándose de ellos. En aquel momento se arrepintieron de no haber escuchado a Hiroshi y haber dormido más, aunque realmente lo intentaron. Llevaban unas dos horas de viaje cuando aprovecharon la sombra de un gran árbol a la orilla del camino para realizar su primera parada para descansar y comer algo.

Yuuki era el más cansado de todos, él se esperaba que Kaguya tuviese una alta resistencia al ser cazadora, sin embargo, el aguante de Katashi lo sorprendió.

—Me pregunto si cuando puedas usar aura, el doctor hará que vuelvas de inmediato —dijo Kaguya.

—Espero que no. Estoy empezando a acostumbrarme a vivir aquí —dijo Yuuki que se hallaba acostado mirando las nubes— Si me quedara tendría que buscar un oficio como ustedes, ¿no? Me parece difícil de creer que ya hallan decidido lo que harán toda su vida.

—No sé si lo llamaría decidir. Mi familia es cazadora y es lo que siempre se ha esperado de mí, aunque es cierto que realmente me gusta.

—Mi caso es un poco diferente. Mis padres estaban a cargo del intercambio con otros pueblos. En uno de sus viajes fueron atacados por bandidos… —La voz de Katashi estuvo a punto de quebrarse, por lo cual hizo una pequeña pausa—. No tenía más familiares y el doctor se ofreció para adoptarme.

—L-lo siento… —dijo Yuuki. Intentó buscar más que decir, pero no le salieron las palabras.

—No te preocupes. Me imagino que mi relación con el doctor debió despertar tu curiosidad, después de todo, claramente no somos padre e hijo. Continuando, después de irme a vivir con él, me sumergí en los libros en un intento de paliar el dolor que sentía y si bien no los entendía, los de herbología me llamaron la atención por sus ilustraciones, era como introducirme en un mundo de fantasía. Supongo que es natural que me volviera su aprendiz —dijo acomodándose sus lentes.

El descanso terminó y volvieron a la caminata, aún les quedaba un largo camino por delante y no podían darse el lujo de desperdiciar las horas de luz.

Estaban conversando tranquilamente, cerca de llegar a un cruce, cuando Yuuki se detuvo de golpe. Kaguya y Katashi lo miraron sin entender que sucedía. El chico, que se encontraba temblando, apuntó hacia la lejanía, al camino perpendicular por el que iban. Intentó pronunciar algunas palabras, sin embargo, tenía un nudo en la garganta. Kaguya y Katashi dirigieron la vista hacia donde Yuuki apuntaba y vislumbraron a un hombre de mediana edad que iba montado sobre un rinoceronte con una armadura metálica dorada.

—¡Un rino de guerra! —dijo Kaguya dando un salto—. Creí que nunca llegaría a ver uno —La chica corrió hacia el cruce para esperar al animal.

—¿Qué se supone que es? —preguntó Yuuki todavía intranquilo.

—Son una especie de animal que supuestamente fueron utilizados en guerras en el pasado, aunque hoy en día son comúnmente utilizados para transportar equipaje y mercancías —dijo Katashi.

Los chicos esperaron en el cruce hasta que el animal pasó frente a ellos. El rino, el cual transportaba una carreta llena de trigo, era imponente, pero sosegado, eliminando los temores de Yuuki. Kaguya aprovechó la oportunidad y lo acarició todo lo que pudo.

Aquel fue tan solo el primero de los muchos encuentros que tuvieron durante el camino. Se cruzaron con una mujer que montaba un león rojo cuya melena estaba hecha de fuego, un grupo de viajeros que utilizaba mantis gigantes, las cuales eran más grandes que un adulto, además de unas cuantas personas que viajaban a pie. Inventaron un juego, debían crear una historia para cada persona que veían, explicando de dónde procedían, hacia donde iban y como se hicieron con el animal que los acompañaba cuando procedía. Gracias a aquel juego, Yuuki descubrió que la región central de Toyama estaba mucho más urbanizada y avanzada en cuanto a tecnología.

El viaje transcurrió según lo planeado y tras unas trece horas llegaron a las afueras del bosque Kyojin, el cual debía su nombre a los árboles que lo componían. Dichos árboles llegaban a superar los 150 metros de altura y sus troncos podían sobrepasar los 7 metros de diámetro. Pese a que fueron capaces de ver los árboles desde la distancia, no fue hasta que estuvieron justo frente a ellos que realmente entendieron lo grandes que eran. Dentro del bosque era usual ver un segundo tipo de árboles, los cuales no llegaban a superar los 10 metros, estos no necesitaban mucha luz solar por lo que crecían en torno al tronco de los primeros y sus hojas eran rojas.

Según les comentó Hiroshi, aquel camino ya no se transitaba demasiado, pero si usaban el principal tendrían que tomar un desvío y no llegarían a tiempo, por lo que no les quedaba más remedio que adentrarse en el solitario bosque. Una vez que salieran, estarían a tan solo minutos de la ciudad, así que realizaron su última parada, justo en la entrada del bosque.

—Oye Kaguya, cuando luchaste con el alce tan solo usaste tus brazos, ¿no usan ningún tipo de arma? —dijo Yuuki.

—Hay algunos estilos de caza en los que se usan armas y es recomendable para algunas bestias, pero el estilo de mi familia se basa principalmente en el uso de los brazos —dijo Kaguya y chocó su puño contra la palma—. Créeme que un golpe potenciado con aura es bastante más destructivo de lo que imaginas.

«El aura no sólo sirve para hacer cosas parecidas a la magia, también es útil para pelear y puedes curar con el. Me pregunto, si me quedo en este mundo, ¿para qué lo utilizaría yo?», pensó Yuuki.

—¿Pasa algo? Te ves muy serio.

—No es nada, tan solo pensaba en lo flexible que es el aura.

—Ciertamente lo es, lamentablemente solo unos pocos son capaces de sacarle provecho, al final, la mayoría debe conformarse con lo básico —dijo Katashi.

—¿Qué quieres decir?

—Por ejemplo, antes te comenté que con aura puedes sanar heridas. Lo ideal sería que todo el mundo aprendiera a hacerlo, aunque sean las heridas más básicas, sin embargo, la realidad es que solo unos pocos son capaces. Mucha gente que intenta convertirse en doctor termina descubriendo que su control sobre el aura es insuficiente y a ojos de los demás no son más que doctores de segunda categoría.

—Por otro lado, en el mundo de la caza hay personas que pueden potenciar su físico y utilizan ataques con su aura que les permite cazar a sus presas sin ninguna preparación previa, pero la mayoría de nosotros debemos dedicar una gran cantidad de horas para estudiar el comportamiento y los puntos débiles de cada presa.

«Así que no solo se trata de poder usar aura. Me pregunto, si logro aprender, ¿seré capaz de sacarle provecho? Éste no es mi mundo después de todo, seria natural asumir que no tengo ningún talento para ello, pero mientras me permita permanecer aquí, creo que es más que suficiente», pensó Yuuki.

Los chicos volvieron a su andar. Apenas llegaba un poco de luz de la luna llena, por lo que nada más entrar al bosque encendieron sus linternas, mas aquello no fue suficiente para evitar que sus pelos se erizaran. El bosque no era especialmente tenebroso, pero como cualquier sitio oscuro y solitario, evocaba un sentimiento de misterio y terror en ellos.

Apenas se habían adentrado en el bosque cuando sintieron el crujir de una rama no muy lejos. Kaguya inmediatamente apuntó con la linterna en la dirección del sonido.

—N-No me digas que aquí hay bestias —dijo Kaguya con voz temblorosa.

—¿No escuchaste al doctor? —dijo Katashi—. Aquí no habita nada más que ciervos. Además, ¿qué clase de cazadora le teme a un animal o una bestia?

—No es eso lo que me aterra. Quizá haya fantasmas o algo así.

—¿Eres estúpida? Los fantasmas no existen.

—Pero, esta súper oscuro y… —el sonido de pisadas interrumpieron a la chica que terminó dando un grito.

—Kaguya, no te preocupes. Mientras tengamos las linternas con nosotros, los fantasmas no se atreverán a acercarse.

—Está bien, lo siento.

Era cierto que en aquel bosque no había ninguna amenaza real, o al menos una viviente, pero sí había un obstáculo al cual debían enfrentarse y que no tardaría en llegar. Un viejo puente colgante de madera, cuya fachada no solo no ofrecía seguridad alguna, sino que hacía pensar en que en cualquier momento se caería. Sus cuerdas estaban desgastadas y ninguna madera equiparaba el crujir de sus tablones. Según Hiroshi, aquel puente había sido así desde el día en que lo colocaron, casi treinta años atrás, sin embargo, en realidad no había peligro alguno. Esta fue la única ves que los chicos no fueron capaces de confiar en las palabras del doctor. El puente medía poco más de un metro de ancho y unos quince de largo, permitiéndoles ver el otro extremo. La estructura del puente hubiese sido aceptable sino hubiese sido porque veinte metros por debajo corría un río, cuyo caudal se escuchaba claramente, como una señal de que quien cayera había sellado su destino.

Katashi se colocó al inicio y Yuuki al final. Con la linterna en una mano y sosteniéndose con la otra, comenzaron a cruzar lentamente. Katashi daba cada paso con cautela, tratando de confirmar que no hubiese peligro alguno. Cada tablón que pasaban no solo no disminuía el miedo y la ansiedad por llegar al otro lado, sino que los aumentaba. Sus miradas estaban fijas hacia el frente, evitando a toda costa mirar hacia el suelo, aunque de todas formas la oscuridad se los impediría.

Iban justo por la mitad cuando escucharon el sonido de pisadas desde el extremo del puente al que se dirigían. El susto les hizo agitarse, lo que terminó en un ligero vaivén del puente.

—¡¿Qué fue eso?! —preguntó Kaguya.

—Tranquila, tan solo debe ser un ciervo —dijo Yuuki cuya voz temblorosa no transmitía calma alguna.

—Ya vamos por la mitad, tan solo sigamos como hasta ahora —dijo Katashi.

Cuando se disponían a continuar, una luz apareció desde donde habían escuchado los pasos. Un segundo vistazo les permitió ver que se trataba de aura de fuego, aunque no tenía ningún parecido al fuego real, siendo tan solo un fluido rojo poco más grande que una mano, sin embargo, era capaz de iluminar sus alrededores. Les tomó unos instantes a sus ojos para acostumbrarse a la luz, entonces se dieron cuenta que el aura de fuego recubría la mano de un hombre, el cual portaba una máscara hecha de madera, ropa diseñada para camuflarse y un cuchillo en la mano opuesta.

—Si no quieren morir, entreguen todo lo que tienen —dijo el enmascarado—. De lo contrario cortaré las cuerdas.

Yuuki se quedó completamente paralizado. Katashi dio un ligero vistazo hacia el extremo desde el que venían, no sólo le preocupaba que no alcanzaran a correr hasta allí, también existía la posibilidad de que aquel hombre no cortara el puente y decidiera perseguirlos. De pronto, sintió una pequeña cantidad de aura formándose detrás suyo.

—Kaguya, tranquilízate. Por el momento esperemos —susurró Katashi.

—Pero… —dijo Kaguya frustrada y dispersó el poco aura que había acumulado en sus brazos.

—¡Dense prisa! —exclamó un segundo hombre desde el otro extremo. Iba vestido exactamente igual, salvo que llevaba una linterna en vez de usar aura.

—¿Qué hacemos? Yo podría… —susurró Kaguya.

—¡No! Es demasiado peligroso —dijo Yuuki— No sabemos que podrían hacerte.

—Estoy de acuerdo. Aunque sepas cazar, pelear con humanos es totalmente distinto, por ahora haremos lo que dicen —dijo Katashi.

Yuuki se giró hacia el hombre que tenía detrás suyo y acto seguido sintió un fuerte pinchazo en el hombro, provocando que gritara de dolor a la vez que soltaba la linterna, la cual cayó al río. Se llevó la mano a su hombro izquierdo, Kaguya lo iluminó y vieron una estaca hecha con aura de tierra, la cual le provocó un ligero sangrado.

—Una pequeña advertencia para que sepan que vamos en serio —dijo el hombre que iluminaba con aura—. Pásenle sus mochilas a la chica y que me las traiga. Si intentan algo, ya saben lo que pasará —movió ligeramente el cuchillo.

No les quedó más opción que seguir las instrucciones de los bandidos. Kaguya llevaba puesta su mochila y una en cada brazo, lo cual le dificultaba moverse. Para ese momento, el estado del puente ya no era de importancia para los chicos, que se hallaban completamente centrados en sus asaltantes.

Cuando Kaguya se hallaba a la misma distancia del bandido que de sus amigos escucharon un fuerte ruido proveniente de más allá del bandido con el aura, lo cual llamó la atención de todos e hizo que Kaguya se detuviera. No sabían de que se trataba, pero estaban seguros de que no eran pisadas.

—Apresúrate —dijo el bandido que iluminaba con aura.

Un nuevo sonido les hizo desviar la mirada a todos. Esta vez fueron capaces de identificarlo, sin lugar a dudas se trataba de un chorro de agua que chocó contra uno de los árboles. Otra vez se escuchó el chorro de agua, esta vez chocando contra el suelo. La cantidad de chorros fue en aumento, los bandidos dejaron de prestarle atención a Yuuki y sus amigos y se centraron en encontrar la fuente de aquellos chorros.

Ahora eran los bandidos quienes se hallaban sudando de los nervios mientras iluminaban en todas las direcciones. De pronto, una silueta atravesó la luz de la linterna, fue tan rápido que no lograron identificar su figura. Cuando todos creían que aquella persona, bestia o lo que fuera, no tardaría en mostrarse, los chorros se detuvieron y todo volvió a estar en silencio, permitiendo escuchar las aceleradas respiraciones de los bandidos.

Pasaron un par de minutos, los bandidos volvieron a estar en calma y los chicos recordaron la peligrosa situación en la que estaban.

—Muy bien —dijo el bandido con el aura en la mano, listo para continuar con el asalto—. Niña, ven para…

Un chorro chocó contra uno de los árboles y antes de que alguno pudiera reaccionar, un nuevo ruido se produjo, esta vez fue diferente, no hubo ningún chorro de agua involucrado. El aura en la mano del bandido se había desvanecido, su compañero apuntó hacia él y lo encontró desmayado en el suelo.

Un nuevo chorro de agua se produjo, esta vez pasó junto al puente, mojando ligeramente a Yuuki y sus amigos que no fueron capaces de ver a quién o qué fue lo que pasó junto a ellos. Se giraron lo más rápido posible y vieron cómo el segundo bandido caía y junto a él, una silueta humana.

Aquella persona comenzó a caminar en dirección a los chicos y Katashi la iluminó con su linterna. Si aquella escena ya había sido sorprendente, la persona frente a ellos lo hacía todo aún más increíble. Una chica un poco más baja que Yuuki, delgada, con un rostro gentil y tierno caminaba hacia ellos. Si la hubiesen visto de antemano, ninguno habría creído que podría derrotar a un par de bandidos y menos con tanta facilidad. Su ropa consistía en un pantalón rojo y una polera blanca manga corta, destacando su calzado, compuesto por geta y tabi . Sin embargo, lo que realmente les robó toda su atención fueron sus cálidos ojos y su sedoso y largo cabello, los cuales destacaban por su color, un intenso rojo que recordaba al aura de fuego.

—¿Están bien? —preguntó la chica del pelo de fuego.

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