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Chapter 6 - 6. ¿Sentir el aura? (2)

Yuuki y Kaguya se hallaban sentados con los ojos cerrados, mientras que él se tocaba la frente con su mano, ella se acariciaba la barbilla. Llevaban así varios minutos y si fuera por Yuuki hubiesen permanecido igual toda la mañana, sin embargo, Kaguya no poseía la misma paciencia y un quejido suyo hizo que el chico casi diera un salto.

—No creo que debamos darle tantas vueltas a esos tres puntos —dijo Kaguya—. Por lo que me contaron, parece ser que Taichi es un viejo ogro.

Rápidamente Yuuki y Kaguya habían llegado a la conclusión de que el primer punto, es decir, que Yuuki pudiese sentir el aura a un nivel inconsciente no era algo con lo que pudieran trabajar, así que habían estado pensando sobre los siguientes puntos, las razones por las que le hizo tocar el aura y el por qué tuvo que permanecer con los ojos y la boca cerrados.

—No sé si es como lo describiría, pero suena aceptable —dijo Yuuki sin poder ocultar una leve sonrisa.

—Creo que la única razón por la que te hizo tocar el agua fue para que sintieras el agua fría y caliente. Quizás quería distraerte o tan solo es un sádico.

—Bueno, no podemos descartarlo, pero… —Yuuki se tomó su tiempo y miró a su alrededor antes de continuar—. Quizás le estoy dando demasiado crédito, pero sus métodos me parecieron muy precisos y concisos, como si no quisiera hacer nada innecesario.

A Kaguya no le quedó más opción que seguir el instinto del chico y volvieron a tratar de hallar las razones del actuar de Taichi. Esta vez fueron proponiendo más ideas, esperando que el otro pudiera complementarla o darle forma. Iniciaron con las que les parecían más lógicas, luego siguieron otras un tanto difíciles de creer y finalmente soltaron las que no tenían pies ni cabeza. Quizás no les serviría para progresar, sin embargo, les ayudó a liberar la tensión y les sacó más de una risa.

Cuando ya se habían rendido y creían que sería otra mañana sin avances, Kaguya se levantó completamente resignada. Confiaba en que pese a que ella no fuese de ayuda, Katashi lograría hallar la respuesta, pero aquello no le entregaba ninguna calma. Se lavó la cara en la cascada y se colocó detrás de Yuuki, quien no le prestó atención, ya acostumbrado a sus paseos tras pasar largo tiempo pensando.

—¿De verdad no sientes nada? —preguntó Kaguya desanimada—. ¿Qué es lo que nos hará diferentes?

—¿Sentir?¿qué cosa? —respondió Yuuki sin realmente pensar en su respuesta.

Yuuki se dio la vuelta y se encontró con Kaguya que sostenía una esfera de aura sobre su mano, junto con una expresión de tristeza. En ese instante todo cobró sentido para él y se levantó de la emoción.

—Espera, ¿estás diciéndome que puedes sentir el aura a tus espaldas? —dijo Yuuki hablando más rápido de lo normal.

La respuesta de Kaguya tan solo tardó un par de segundos, pero para Yuuki parecieron horas. Necesitaba confirmar sus sospechas cuantos antes.

—Sí —dijo Kaguya que no entendía que sucedía.

Aquella simple palabra casi logró que Yuuki saltara de éxtasis.

—Ya veo, con que de eso se trata… —dijo Yuuki para si mismo y comenzó a caminar de un lado a otro

—Me alegra verte así de animado, es algo nuevo, pero ¿podrías decirme que es lo que pasa?

—Lo siento… es solo… —dijo Yuuki dándole la espalda a Kaguya.

—No tienes que disculparte, es agradable ver que estás soltándote con nosotros.

Esta vez fue el turno de Yuuki de lavarse la cara, solo que él permaneció junto al agua, esperando hasta que se le pasara la vergüenza.

—Taichi y tú me dijeron que debía sentir el aura, realmente no entendía a que se referían. Taichi me prohibió probarlo y mirarlo, tú me dijiste que no debía tocarlo y claramente no produce ningún ruido ni olor. Cuando te vi detrás mío lo entendí. La esfera que creaste estaba lejos de mi, no había manera de que supiera que la habías hecho, pero aún así ustedes podrían. Eso significa… —Hizo una pausa, con miedo de que su conclusión fuese errada, pero la cálida mirada de Kaguya le devolvió la confianza—. Para poder sentir el aura necesito utilizar un sentido completamente diferente de los cinco que conozco.

Yuuki no olvidaría hasta el final de su vida la cara de sorpresa con la que lo miraba Kaguya.

—¡Perdón! —dijo la chica juntando las palmas frente a ella y agachando levemente la cabeza—. Es algo tan obvio que lo olvidé por completo.

—No te preocupes —Esta vez fue Yuuki quien le dedicó una sonrisa a Kaguya—. De hecho, me alegra tener razón, por eso les cuesta tanto explicarlo. Tampoco podría explicar lo que es ver o oír a alguien que no puede.

—Eres increíble.

—¿De qué hablas? Fue gracias a ti.

—No es cierto, pero me alegro de haber podido ayudar —dijo Kaguya con una sonrisa un tanto incómoda—. La teoría se me da fatal, así que me preocupaba no poder ayudarte.

Los chicos se sentaron nuevamente. Se hallaban extasiados de haber dado el primer paso significativo. El primer paso es el más difícil, es una frase que Yuuki había escuchado una innumerable cantidad de veces y ahora lo confirmaba de primera mano.

—Taichi me hizo tocar el agua para que yo pudiera saber en que debía centrarme —dijo Yuuki más hablando solo que con Kaguya—. Si tan solo la dejaba por ahí, no tendría idea de que sucedía.

La niebla que ocultaba las razones del entrenamiento de Taichi estaba desvaneciéndose cada vez más rápido, sin embargo, tuvieron que dejar su conversación hasta allí. Yuna, la hermana de Kaguya y uno de las pocas personas del pueblo que Yuuki aún no conocía, estaba esperando.

Durante el camino de vuelta, la chica se mostró ansiosa, trataba de acelerar el ritmo. Entonces Yuuki recordó las palabras de Katashi sobre lo estricta que era Yuna y comenzó a correr, tanto por compasión con la chica como por temor a causar una mala imagen. Lamentablemente, al llegar al pueblo se hallaron tanto al guardia, que ya estaba habituado a las idas y venidas de Yuuki con sus amigos, como a Yuna. Se trataba de una mujer de 23 años, que había dejado el pueblo luego de terminar con su entrenamiento formal, pero que había vuelto hace poco a pedido de la propia Kaguya para instruirla. Físicamente era similar a Kaguya, pero los años de diferencia eran notorios. No solo era más alta, llegando a los 1.70 metros, también su cuerpo estaba más tonificado, mas sus músculos no eran suficientes como para opacar su belleza y su cuerpo bien formado. La única diferencia entre ellas es que tanto su rostro como su postura denotaban elegancia y seriedad.

La mujer se presentó, sorprendiendo a Yuuki, pues su forma de hablar era sumamente amable y agradable. Sin embargo, Kaguya se veía notoriamente nerviosa y se alejaba poco a poco de los demás.

—Por cierto hermanita —el tono de Yuna cambió completamente, tornándose estricto—. ¿Por qué llegaste tarde? Se supone que hace diez minutos estarías en casa.

—Sí… bueno, ya sabes… —dijo Kaguya y comenzó a correr despavorida.

Yuna extendió su brazo y el suelo bajo Kaguya se volvió barro, dificultándole mantener el equilibrio. Yuna cerró su mano y el barro subió por los pies de su hermana hasta sus tobillos, haciéndole caer.

—Veo que sigues siendo igual de talentosa para atrapar a tu presa —dijo el guardia.

—Pensaba hacer que entrenaras diez minutos más por cada minuto de demora—dijo Yuna mientras se acercaba a Kaguya hasta agacharse a su lado—, pero creo lo mejor será entrenar hasta que te desmayes —Una sonrisa surgió en el rostro de Yuna, pero a diferencia de las de su hermana, esta no transmitía ninguna alegría.

—Pero… —dijo Kaguya.

—Nada de peros, recuerda que fuiste tú quien me pidió el más duro entrenamiento.

Yuna se levantó y miró hacia Yuuki, quien se hallaba temeroso, sin embargo, la mujer se despidió amablemente, tal como se había mostrado tan solo unos momentos atrás

—Parece que acabas de conocerla —dijo el guardia, sacando a Yuuki de su estupefacción—. Ella es una de las mejores cazadoras que hemos tenido. Debió ser difícil para Kaguya crecer a su sombra. Yo no hubiese tenido el coraje para pedirle que me entrenara.

El chico almorzó lo más rápido que pudo y se encerró en su habitación para seguir con la lectura de “Aura". «Si el aura es un sentido, entonces una parte del cuerpo debe encargarse de sentirlo, pero si es así, entonces ¿por qué en mi mundo no se usa? Taichi afirmó que podía a un nivel inconsciente, no creo que me falte algún órgano», pensó antes de sumergirse en su investigación.

A diferencia de la vez pasada en la que omitió el índice por completo, ahora lo miró con sumo cuidado, incluso más del que se merecía. Parte de él sentía miedo de que no hubiera nada que le fuese de utilidad, lo que lo hacía avanzar con lentitud, además no se perdonaría que por un despiste pasara algo por alto o lo leyera mal. Cada capítulo que no estaba relacionado con su búsqueda hacia que la tensión aumentara. Leyó el nombre de los veinte capítulos existentes y no halló nada que le pareciera de utilidad, estaba listo para pasar a otro libro, pero decidió volver a echar un vistazo, aún aunque sabía que no cambiaría nada. Esta vez el título del capítulo quince captó su atención, se llamaba “El aura y la mente", quizás no le serviría de nada, pero decidió echarle un breve vistazo.

Pese a que originalmente solo ojearía el capítulo, terminó pasando horas leyéndolo y releyéndolo, tratando de entender cada frase, cada detalle por más trivial que pudiese parecer en un principio. Lamentablemente, mucha de la terminología empleada le era desconocida y debía leer capítulos anteriores para entenderlo completamente, pero aún así fue capaz de comprender varios de los puntos centrales. El principal y más importante era que el aura, a diferencia de los sentidos que conocía, no se percibía a través de un órgano, sino que utilizando la mente.

En ese momento sintió que la tarea que le dejó Taichi se trataba de un inmenso rompecabezas que debía resolver y lentamente todo iba encajando. Todavía no comprendía que es lo que hacía en aquel mundo o como había llegado, mas poco a poco se iba a adaptando.

En la tarde volvió a ir con Katashi a la cascada. Gracias a sus avances con Kaguya creía que aquel día ya había sido lo suficientemente fructífero, sin embargo, Katashi no pensaba ser menos.

—Creo que ya entiendo porque Taichi te hizo permanecer con los ojos y la boca cerrados —dijo Katashi nada más llegar al lugar.

—¿En serio? —preguntó Yuuki totalmente sorprendido, tanto de que podrían avanzar más como de la tranquilidad de Katashi que contrastaba completamente a como él había expuesto su idea a Kaguya unas horas antes.

—Sí, al principio descarté la idea porque me parecía demasiado simple, sin embargo, la conclusión a la que llegaste con Kaguya me lo confirmó. Tan solo quería que te concentraras.

—¿Para qué me concentrara? Vaya, eso es lo opuesto que pensó Kaguya.

—Admito que también se me ocurrió aquello, pero piénsalo. Te hizo tocar el aura y agua para saber a que ponerle atención. Te llevó a un lugar silencioso, en el que era imposible que se cruzaran con alguien. No quería que vieras para no distraerte, no quería que lo probaras para que no te fijaras en cosas inútiles.

—Entonces, ¿para qué varió la temperatura? —preguntó Yuuki. Las palabras de Katashi le hacían completo sentido, no buscaba encontrar algún error en su planteamiento, tan solo necesitaba comprender la situación entera.

—Aún no lo tengo claro. Es posible que tan solo lo hiciera para intimidarte, después de todo, dijiste que los primeros fueron los peores, ¿no? O quizás quería darte a entender en qué cosas no debías fijarte.

Yuuki comenzó a reír levemente, intentó contenerse, pero al final estalló en carcajadas.

—No puedo creer que al final fuera algo tan simple —dijo Yuuki secándose algunas lágrimas.

—Como dije, solo es una teoría…

—Pero es bastante probable —interrumpió Yuuki—. Kaguya tenía razón, realmente eres bueno en esto.

—En este momento entendemos mejor la metodología de Taichi —dijo Katashi acomodándose los lentes—, sin embargo, no tenemos claro cómo continuar…

—De hecho, creo que tengo una idea aunque no sé que tan viable sea, por eso necesito que hablemos sobre plantas medicinales.

—Nunca me niego a una charla sobre ellas, aunque no comprendo porque son importantes en este momento.

—Ayer mencionaste una planta que hacía que una persona sintiera los sabores de forma diferente, ¿cierto? —Yuuki habló más lentamente de lo habitual, con una mano en su frente intentando recordar.

—Sí, diente de lobo, con ella una persona siente lo amargo como dulce… Claro, tú eres capaz de sentir el aura aunque no seas consciente de ello. Creo que ya sé por dónde vas.

—En mi mundo existen personas llamadas sinestésicas, no sé mucho del tema, pero entiendo que tienen los sentidos mezclados. Por ejemplo, ven un color al escuchar cierta nota —el tono de Yuuki era inseguro y vacilaba al hablar—. ¿Existe algo así aquí?

—Nunca he escuchado de nada igual… —Katashi movió la cabeza ligeramente mientras se tomaba su tiempo para continuar— Conozco algunas plantas que alteran los sentidos, pero no nos servirían. De todos modos, mejor vayamos a hablar con el doctor.

Pusieron rumbo al pueblo de inmediato. En un comienzo intentaron aparentar estar calmados, mas a medida que se acercaban aumentaban la velocidad hasta que finalmente entraron corriendo a la casa. Hiroshi se sorprendió al verlos tan exaltados, pero antes siquiera de poder preguntarles que sucedía, los chicos comenzaron a contarle todos sus razonamientos.

—Veo que lograron un gran avance. Pensé que les tomaría un poco más de tiempo llegar hasta este punto —dijo Hiroshi.

—Espere. ¿Usted sabía de esto? —dijo Yuuki.

—Por supuesto. Pensé en darles una mano si realmente lo necesitaban, pero veo que mis preocupaciones eran infundadas. Volviendo al tema, si bien la herbología no es mi especialidad, conozco una planta que podría serles de utilidad, aunque no es exactamente lo que buscan —los chicos lo miraban con máxima atención y los ojos de Katashi se iluminaron—. La planta se llama giraluna, usualmente se utiliza como anestésico, sin embargo, se puede utilizar para realizar una infusión que, en términos que Yuuki pueda entender, induce a un estado similar al sueño, aunque con cierta particularidad. A diferencia de un sueño normal, en este caso se tiene plena consciencia y control total sobre el cuerpo. No deben olvidar que el aura se percibe con la mente y los sueños están íntimamente relacionados con el subconsciente.

—¿Dónde podemos encontrar giralunas? —preguntó Katashi, en este punto más emocionado por conocer una planta nueva.

—Por suerte para ustedes, tengo un amigo que las cultiva. Lo mejor es que vayan a visitarlo, les entregaré una carta explicando la situación —los ojos de Katashi se abrieron por completo al entender lo que estas palabras significaban—, aunque tendré que modificar un poco la historia. Recuerden que nadie puede saber que Yuuki viene de otro mundo.

—¿Eso quiere decir que iremos a otro pueblo?

—Es cierto que tendrán que viajar. Mi amigo vive a unas catorce horas de aquí, mas no será a un pueblo, sino que a una ciudad. Mañana nos encargaremos de los preparativos.

En Toyama no era común que sus habitantes viajaran hacia otras localidades, por ello los jóvenes solían marcharse una vez que finalizaban su entrenamiento formal y tan solo unos pocos volvían para criar a sus hijos allí. Tener la oportunidad de salir era una experiencia única y el rostro de Katashi lo reflejaba, de hecho, Yuuki no podía quitar la vista de él. Nunca hubiese podido imaginar que alguien tan tranquilo y meticuloso pudiese hacer semejante cara de asombro.

—Mañana hablaré con Yuna para que vayan los tres. Estoy seguro de que entenderá que es una gran oportunidad para Kaguya —dijo Hiroshi.

—¿Cómo es la ciudad a la que iremos? —preguntó Yuuki que se cuestionaba si podría parecerse a las que conocía.

—Lo mejor será que la vean por sus propios ojos.

A la mañana siguiente, cuando Kaguya fue a buscar a Yuuki, Hiroshi les explicó cuál sería el plan. Partirían al próximo amanecer, llegarían a la ciudad de noche, se quedarían donde su amigo y volverían por la mañana. De esta manera quedarían dos días antes que Taichi volviera, tiempo suficiente para preparar la infusión y conseguir resultados.

Esta vez fue Kaguya quien intentó conseguir información de la ciudad, sin embargo, Hiroshi volvió a negarse rotundamente. Lo único que les contó fue el nombre, uno que al ser pronunciado hizo que Yuuki se congelara. «Es imposible, no puede ser una simple coincidencia. Ya el nombre de Toyama me parecía raro, pero este… Allí debe haber una pista de por qué estoy aquí», pensó.

Durante el resto del día se dedicaron a planear el viaje. Hiroshi le hizo dos regalos a Yuuki, una chaqueta negra increíblemente resistente contra el frío y una mochila de viaje. Pese a que los lugareños no solían viajar, aquellas mochilas eran algo bastante común ya que solían usarse en largas cacerías o para recolectar materiales y en tiempos de cosecha. La mochila era sumamente grande, estaba hecha por un material similar a la ropa aunque era más gruesa y firme. Dentro llevarían una cantimplora, un mapa, dinero, una linterna, ungüentos, vendas y medicinas básicas, entre otras cosas.

Durante la tarde, Hiroshi les explicó la ruta que debían tomar. Kaguya estaba demasiado emocionada como para poner atención, su mente se dedicaba a imaginar cómo sería la ciudad. Yuuki no sabía como leer un mapa y pese a que lo intentó, no entendió absolutamente nada. Katashi fue el único que comprendió las instrucciones a la perfección. En cierto modo, todos sabían que terminaría de aquella manera.

A pedido de Hiroshi, los tres se acostaron más temprano de los usual, pero cuando se reunieron al amanecer, un leve vistazo a sus ojeras delataba lo mucho que les había costado quedarse dormidos. Aún así, la simple idea de conocer una nueva ciudad los llenaba de energía.

En la entrada del pueblo se miraron entre ellos, luego dirigieron su mirada al exterior y dieron el primer paso a la vez.

—Vamos chicos —dijo Kaguya incluso más animada de lo habitual—. En dirección a Kioto.

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