Cherreads

Entre Estrellas y Latidos

KevinA12
7
chs / week
The average realized release rate over the past 30 days is 7 chs / week.
--
NOT RATINGS
167
Views
Synopsis
¿Y si estuvieras destinado a no poder amar? ¿Y si, aun así, el destino pusiera en tu camino a alguien que cambiaría todo… aunque no fuera humana?
VIEW MORE

Chapter 1 - Amor prohibido entre especies

¿Qué pasaría si estuvieras destinado a no poder amar? ¿Y si, aún así, tu destino fuera conocer a alguien... pero ese "alguien" no fuese humana, sino un ente más allá del entendimiento humano?

Justo eso me pasó a mí. Todo comenzó cuando una raza extraterrestre humanoide aterrizó en nuestro mundo. Al principio se mostraron amables, decían que venían "en paz" y que solo querían ayudarnos. Pero no era así.

En las sombras, ya estaban obrando. Poco a poco, comenzaron a desestabilizar nuestros gobiernos, nuestras alianzas, nuestra confianza mutua. 

Durante años, nuestra relación se fortaleció. Ver a los aliens caminando entre nosotros, trabajando como humanos, se volvió la nueva normalidad.

Nada parecía fuera de lugar. Durante mucho tiempo, todo transcurrió con aparente calma. Ningún gobierno humano sabía lo que realmente se avecinaba. Lo curioso es que los aliens no eran tan diferentes a nosotros: también distinguían géneros, también tenían estructuras sociales parecidas a las nuestras.

Con el tiempo, empezamos a ver más similitudes que diferencias. Y eso, en parte, fue lo más peligroso… y lo más hermoso.

Los aliens no se relacionaban románticamente con los humanos. No era por diferencias biológicas: estudios científicos demostraban que los genes alienígenas y los genes humanos eran similares en un 95%, lo cual sugería que compartíamos un mismo ancestro.

Sin embargo, el rechazo no era genético, sino social. El verdadero muro era el tabú. La sola idea de ver a dos especies juntas, cruzando los límites del amor tradicional, resultaba impensable para muchos. No por imposibilidad, sino por prejuicio.

Y aun así… nos enamoramos.

debido a nuestras similitudes ambas razas teníamos el mismo reloj biológico asi que no era raro ver alos aliens también asistir a nuestras escuelas y fue justo ahí donde la conocí...

Gracias al destino —o quizá a la política— aprobaron una nueva ley que obligaba a ambas razas a compartir los salones de clase. Fue entonces cuando la conocí.

Era una chica alienígena pelirroja, hermosa… al menos para lo que los humanos consideraríamos hermoso. Había algo en ella que rompía con la imagen típica que uno podría imaginar de "una alien". Sus ojos eran intensos, pero no fríos. Su forma de hablar era pausada, como si cada palabra importara.

Por pura casualidad, o eso pensé al principio, me tocó hacer equipo con ella para un proyecto escolar. Y, para mi sorpresa, resultó ser un amor de persona.

Me comentó que su nombre era Alya.

Durante los siguientes meses trabajamos juntos en distintos proyectos escolares. Poco a poco, la incomodidad inicial —esa tensión inevitable entre dos especies que no solían mezclarse— comenzó a disiparse. Reíamos. Hablábamos. Compartíamos secretos que no nos atrevíamos a contarle a nadie más. Sin darnos cuenta, nos habíamos vuelto cercanos. Tal vez demasiado.

Pero mientras nosotros vivíamos esos pequeños momentos de paz, algo más se gestaba en las sombras. Sin que lo supiéramos, un grupo rebelde de su especie había comenzado a movilizarse con un objetivo claro: tomar el control del planeta.

Nuestros días transcurrían con total normalidad... o al menos, eso creía yo. Lo que nunca imaginamos fue que, en medio de una paz frágil y de un mundo dividido, nuestras emociones comenzarían a florecer. Sin previo aviso, el amor tocó a nuestra puerta.

Pero nunca imaginamos que el mundo empezaría a arder tan rápido.

Una noche, el grupo rebelde nos atacó con tecnología que jamás habíamos visto. Al parecer, los alienígenas nunca nos mostraron todo lo que eran capaces de hacer.

La mayoría de ellos —los nacidos en la Tierra— tampoco conocían esa tecnología. Se sorprendieron tanto como nosotros. Fue entonces cuando tomaron una decisión: unirse para luchar en su contra.

Era como ver al yin y al yang enfrentarse. Por un lado, estaban los alienígenas que habían nacido y crecido en nuestro planeta, quienes lo consideraban su hogar. Por el otro, los que habían venido del espacio, los que aún conservaban en mente su misión original: colonizar la Tierra, sin importar el costo.

El gobierno humano se movilizó con rapidez, reuniendo a sus tropas.

Desgraciadamente, yo estaba entre esas líneas. Años atrás, me habían llamado para servir a la patria. Cumplí mi servicio, regresé a casa creyendo que mi parte en todo esto había terminado... pero ahora, el deber me llamaba de nuevo.

Justo antes de marcharme, me reuní con Alya para despedirme. Había tantas cosas que quería decirle, tantos sentimientos que había guardado demasiado tiempo... pero antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, ella me abrazó con fuerza. Luego, sin aviso, me besó.

Fue un beso lento, profundo, lleno de todo lo que no nos habíamos atrevido a admitir.

Cuando nuestros labios se separaron, me miró a los ojos y susurró:

—No digas nada. Ya lo sé.

Ahora tienes un deber que cumplir. Solo recuerda... regresa con vida.

Regresa a mis brazos.