MAIA
Dicen que las mejores mentiras son las que uno mismo se cree.Yo me creí la mía durante años.
Me miro en el espejo, ajustando el vestido entallado que parece hecho a medida para mi cuerpo. El maquillaje disimula las ojeras, el rubor esconde el cansancio, el labial rojo proyecta seguridad.Soy una obra de arte perfecta.Un holograma diseñado para ser admirado.
Sostengo el teléfono frente a mi rostro.Sonrío.Una foto más para mis seguidores.
"Buenos días, mis amores," escribo debajo de la imagen, añadiendo un par de emojis y hashtags que asegurarán miles de likes en menos de una hora.
Mientras publico, siento ese viejo peso en el pecho.No es ansiedad.No es tristeza.
Es algo peor: vacío.
Mi vida parece tan brillante desde afuera que a veces yo misma quiero creerlo.Eventos de gala, colaboraciones con marcas de lujo, viajes pagados, fiestas exclusivas.Soy el sueño de millones.Un modelo a seguir.Una inspiración.
¿Entonces por qué siento que me estoy desmoronando silenciosamente?
El timbre de mi departamento suena.
—¡Maia, vamos! —grita Valeria desde la entrada. Es mi mejor amiga, mi manager y, algunas veces, la única que me mantiene atada a esta realidad falsa.
Me coloco los tacones, retoco el iluminador en mis pómulos y agarro la clutch plateada que combina con mi vestido.Una última mirada al espejo.Sonrisa ensayada.Espalda recta.Máscara en su lugar.
Estoy lista para interpretar mi papel.Otra vez.
Un segundo antes de caer.
LUCAS
El graffiti es la única terapia que conozco.
Mis dedos manchan de rojo el muro agrietado del skatepark. Las latas de aerosol ruedan a mi alrededor, acompañadas por el eco de música punk que escapa de mis audífonos.En la pared, las mariposas sangran bajo mi mano.
No me importa que alguien me vea.No me importa si es ilegal.
Cada trazo es un grito que no puedo pronunciar.Cada sombra, un recuerdo que no quiero cargar.
—¡Hey, imbécil! ¡Ese mural es privado! —alguien grita.
Ignoro la voz, concentrado en la herida que estoy pintando.Mi herida.La herida que el mundo se niega a ver.
Un dron zumbando sobre mi cabeza me saca del trance.
Giro bruscamente.Otro idiota más grabando contenido para redes.
Sin pensar, lanzo mi skate directo hacia el dron.Un golpe preciso.El aparato cae al suelo, estrellándose en mil pedazos.
Una risa seca escapa de mis labios.
Una pequeña victoria contra la falsa perfección que infecta todo.
No lo sé aún, pero el destino tiene su propia ironía.Hoy mismo, en unas horas, voy a encontrarme cara a cara con la perfección encarnada.La perfección más rota de todas.
Y no voy a poder mirar hacia otro lado.
MAIA
El coche se detiene frente a la alfombra roja.Valeria me sonríe desde el asiento del conductor, dándome ánimos.
—Recuerda: luz, cámara, sonrisa —me susurra.
Asiento, saliendo del auto mientras las cámaras parpadean como una tormenta eléctrica.
Sonrío.Poso.Giro ligeramente el rostro para mostrar mi mejor ángulo.
Los flashes son armas invisibles que perforan mi alma, robándome un pedazo cada vez.
Subo las escaleras del recinto con la elegancia de una princesa de Instagram.Por dentro, cada paso se siente como caminar sobre cristales rotos.
Entro al salón.Luces cálidas, música ambiental, cócteles burbujeantes.Gente perfecta en vestidos perfectos, riendo de chistes que nadie entiende, hablando de proyectos que nadie siente.
Es un zoológico de egos.Y yo soy la atracción principal.
Pero esa noche algo cambia.
Esa noche, entre todos los rostros brillantes, veo uno que no debería estar aquí.
Cabello oscuro.Chaqueta de cuero gastada.Una postura relajada, desafiante.
Y unos ojos.Dios mío, esos ojos.
No me miran como todos los demás.No buscan admirarme.No buscan envidiarme.
Me miran como si pudieran ver…a la verdadera yo.
La Maia rota.La Maia cansada.La Maia real.
Trago saliva, apartando la mirada.Demasiado tarde.
Siento su presencia abriéndose paso entre la multitud.Siento su desafío acercándose.
No estoy preparada para lo que viene.
No estoy preparada para Lucas.
FIN CAPÍTULO 1