"unamujer no siempre se casa por amor"
Hazel Hansen
Cuando fue que tan pronto a pasado una semana desde que di mi consentimiento para esta locura. Mire las flores que sujetaba, las personas a mi al rededor estaban felices por esto pero...yo era la novia, debería estar feliz por casarme
Oh verdad, lo olvidaba, esto es un puto circo, me encontraba parada justo al frente del altar, sola, mientras que todos lloraban de hipocresía por mi supuesta felicidad. Los maldecía a todos en especial a mi madre por hacerme esto, a Leora porque se que lo disfruta, a mi madre si se le puede llamar así por dar su consentimiento para esto, a todos por ser tan hipócritas. Llegar aquí y escuchar los primeros murmullos acerca de que el novio no había llegado, de que mi vestido era corriente y que parecía una momia, hicieron que me sintiera la mujer más humillada de esta lugar, era una estupideces sentirse así cuando sinceramente no querías casarte en primer lugar
No tenía tantas ganas de comprar un vestido que costara más que mi sueldo para esta falsedad por lo que use un vestido cualquiera blanco, hasta mis rodillas era pegado a mi cintura y era el único vestido de color blanco que tenía ya que era de mi graduación de la universidad me pareció genial cuando vi que aún me quedaba me gustó más . Sobre el novio, no estaba aquí junto a mi
Esperaba que nunca cruzara esa puerta, sería feliz por llevar el título de la que dejaron plantada en su boda a ser la estupida novia de un hombre rico. Mi madre no paraba de ver la puerta se veía nerviosa, Leora estaba más que feliz por saber que no sería ella la que se case, pero ¿porque La Niña mimada de toda la ciudad no se casaría con un hombre rico? Había tenido toda la semana preguntándome eso, investigue a los Kiernan muy poca información acerca de ellos y su familia, sólo que eran millonarios por sus negocios en la industria petrolera y que algunos de sus socios eran Richard Hansen y Margot Vandely dos de los más grandes millonarios de todo el país, por eso me sentía muy inquieta acerca de porque Leora no quería ser esposa de un ti millonario... a menos de que ¡Dios mío! Me van a casar con un maldito anciano. Mire a mi madre asustada estaba apunto de salir corriendo por esas puerta, Inara se acercó a mi con una sonrisa fingida sujetándome del brazo disimuladamente
—carajo—murmuró entre dientes—se lo que quieres hacer pero ¿te digo algo?, si te vas olvídate de nuestro trato, aquí te quedas aunque sea para recibir la misa del padre.
—si descubro que es un maldito viejo verde, juro por Dios que...—susurre quitando su mano de mi. Las puertas De la Iglesia se abrieron dando señal de que aparentemente el novio llegó
Inara se volvió a sentar en su sitio con una gran sonrisa
—puedes creerlo, los padres del novio ni siquiera vinieron a felicitar a la novia, digo si es que aún están vivos— comentó Leora a su madre con una sonrisa burlona
La escuché claramente, suspiré y mire al tipo quien se encontraba parado todavía en la puerta, la luz que brotaba detrás de él se hacía imposible que pudiéramos verlo. El hombre comenzó a caminar en mi dirección a paso firme pero calmado, la puerta detrás de él se cerró y finalmente se descubrió la cara del tan esperado novio de la familia Kiernan
Los invitados quedaron asombrados por el joven quien caminaba al altar, me encontraba más tranquila al saber que mi futuro esposo no era un viejo verde de esos que podría tener la familia Kiernan pero aún así me volví a poner tensa al pensar en que si era joven sería la misma mierda o peor
Leora no podía quitarle la vista al hombre con sólo verlo tenía tantas ganas de tenerlo, pero porque era esto, ¿era tan guapo el hombre que despertaba suspiros entre la multitud? Si, si lo era, su cara sería y la dominante aura que desprendía de él, despertaba sensaciones en las mujeres, menos en mi que me daba toda la mala vibra que se podría experimentar
—porque no me contaste de esto mamá—reprochó Leora a su madre
—Leora , por Dios...—no pude escuchar lo que susurraban pero se que la mujer no paraba de sonreír con descaro mientras que su hija levantaba una sonrisa de maldad
—Lamento mucho la demora hoy hubo un gran trafico—explicó el novio observando me asentí, esperaba que no apareciera, no queria hacer esto, prefería que me dejara plantada allí en el altar a tener que dar el "si acepto" sin quererlo
—no te preocupes sólo quiero terminar con esto—hable un poco decepcionada de que en verdad esto estuviera pasando
La misa comenzó en un dos por tres en realidad sólo esperábamos al novio
—estamos reunidos aquí para unir estas dos almas en un amor eterno—amor eterno...no lo conocía cuando tuviera las pruebas suficientes para hundir a Inara me divorciaría de este tipo—el hombre y la mujer dos seres que..
Comenzaba hablar sobre lo importante que era que era el matrimonio el amor que ambos seres debían tener...eso no me ayudaba en nada. Yo no sentía amor por este hombre que ni conocía es más creo que hasta lo odiaba por proponer casarse con alguien de mi "familia" aún que entraba en la etiqueta de guapo no le quita que prefirió casarse con una desconocida a que casarse con alguien que amaba verdaderamente, pero tampoco era como si pudiera juzgarlo quizás el también estuviera en la misma situación que yo o hasta peor, al fin y al cabo esto se tratará de un matrimonio por conveniencia de nuestras familias según lo que veía
—¿acepta usted toma como esposo a Axel Kiernan, para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?—y aquí en donde cruzo los dedos mintiendo ante Dios que aceptaré a este hombre como esposo. El hombre me miró a los ojos
—...si acepto—escuché murmullos, ya acepté que más querían de mi
—y usted acepta a Hazel Hansen como su legítima esposa para amarla y respectaría hasta que la muerte los separe?—el hombre me miro, mi rostro decía desesperadamente que dijera que no por favor se un hombre y niégate
—aceptó.—quería romperle el estupido ramo que tenía entre mis manos en su tonta cabeza
—los declaro marido y mujer puede besar a la novia—lo mire molesta este dio un paso al frente, si se le ocurría acercarse más aquí mismo le rompería toda su madre.—¿pasa algo?
Los presentes se quedaron observándonos acaso no entendían que era una boda de mentira nadie se amaba aquí estaba parada frente al altar por que ya no tenía otra opción
El tipo me dio un beso en la mano los presentes quedaron confundidos al igual que yo, pero después comenzar a aplaudir rodé los ojos con molestia.
(***)
No era de esperarse que luego de decir acepto ambos novios decidieran no hacer fiesta o aceptar las felicitaciones de los demás, mis lágrimas no eran de alegría eran de miseria, "una novia tan hermosa llorando de tristeza afueras De la Iglesia luego de casarse, esto era nuevo" eran algunos murmullos de los invitados quienes miraban a la pareja.
{una mujer no siempre se casaba por amor}
Fue lo único que pude pensar ante tales comentarios, ni siquiera sabía que me esperaba a partir de ahora, estaba un poco asustada y pensar en que tendría que complacer a este hombre me revolvía el estómago de impotencia
—felicidades Hazel–hablo Leora descaradamente mientras que por dentro disfrutaba todo esto. Un abrazo tan hipócrita como quien me lo estaba dando
sólo camine hasta el auto, estaba cansada y sólo esperaba despertar de esta pesadilla.
Vi por el espejo retrovisor que tenia el rímel todo regado de tanto llorar, quizás para los demás era una muñeca de porcelana que debía de estar así por felicidad, para los demás que si sabían el porqué de esta unión, yo era la novia menos afortunada de todas. El hombre que era mi esposo ante Dios me miró con unos segundos, yo lo observé, tome una toalla húmeda que había guardado en mi bolso antes de ir a la iglesia
Tomé una toallita y con cuidado eliminé todo el rímel que se me había corrido por el rostro junto con el maquillaje ligero que llevaba. Finalmente, limpié mi cara y sentí que ya estaba mucho más cómoda.
No quería conversar con ese hombre, así que solo miraba por la ventana mientras el automóvil comenzaba a moverse. Pensaba abiertamente que me llevaría a alguna mansión lujosa donde pasaría mis días criando unos niños malcriados y cambiándome de ropa cada cinco minutos solo para complacer a un hombre egoísta y narcisista. Sé que posiblemente no todas las personas ricas eran así, pero gracias a mi madre y sus amigas, mi concepto negativo de las personas adineradas no podía cambiar.
Recordaba las historias que mi madre me contaba sobre la vida de opulencia que llevaban sus amigas, siempre tan superficiales y preocupadas solo por su apariencia y estatus social. Mi mente se llenaba de imágenes de grandes fiestas, vestidos caros y joyas deslumbrantes, todo para impresionar a otras personas igual de superficiales.
Al cabo de unos diez minutos, noté que nos estábamos adentrando en una zona no tan exclusiva como había imaginado. Miré al hombre, que parecía un poco ansioso, y comencé a darme cuenta de que su coche no era muy lujoso, no llevaba accesorios de alguna marca reconocida y, por supuesto, no tenía un chofer. "Ahora entiendo", pensé. El hombre me miró, esbozando una pequeña sonrisa.
—¿A dónde me llevas? —pregunté en voz baja, temiendo lo peor.
—A casa —dijo el hombre.
Tragué fuerte al ver la zona en la que se adentraba mi "esposo".
El lugar era un pequeño barrio, un poco alejado de los suburbios. La calle era estrecha debido a los vendedores que se establecían allí. Las personas se quedaron observando el auto en el que íbamos. No podía dejar de mirar a las personas que detenían su trabajo solo para vernos.
Los niños jugaban en las aceras, y las risas resonaban en el aire, creando un contraste con la imagen que tenía en mi mente de la vida que pensaba que iba a llevar. Las casas, aunque modestas, estaban llenas de vida, con plantas en los balcones y colores vibrantes que adornaban las paredes.
El auto paso delante de lo que parecía ser un prostíbulo para luego estacionarse cerca de este. Abrí los ojos con sorpresa, aferrándome con fuerza a mi vestido.
—¿Asustada, princesa? —se burló, saliendo del auto. En efecto, estaba asustada, no por el hecho de estar en un barrio así, sino porque estábamos cerca a un prostíbulo con un hombre que apenas conocía. Axel fue generoso y me abrió la puerta. No sabía si confiar en él o salir corriendo—. Venga, no seas tímida.
Lo pensé por un momento. Salí del auto mirando aquel lugar, preparándome mentalmente para entrar o correr de ser así.
—Es por aquí —sonrió al ver mi expresión—. Vine para dejar el auto prestado. Es de un vecino
Sentí un alivio mezclado con confusión. No era exactamente lo que esperaba
—¿Era prestado? —me atreví a preguntar. Axel no tuvo más opción que asentir.
—Mi departamento está a dos casa de aquí, si no te importa caminar, claro está. —Axel soltó una sonrisa que rápidamente ocultó con una leve tos.
—Claro, no hay problema. —No me importaba mucho el lugar, ya que yo vivía en uno parecido pero menos habitado que este. No tenía grafitis de penes por algunos lados ni había vendedores de esquina a esquina. Mi hogar era tranquilo y no había tanto escándalo; además, era un poco difícil encontrar a tanta gente reunida por todos lados.
Y ahí estábamos, marido y mujer, recién casados, caminando por una calle infestada de personas. Yo con un vestido de novia sencillo y él desprendiendo una mezcla de belleza y dominancia. Las personas nos miraban con curiosidad, algunos incluso sonreían al vernos pasar.
Finalmente, se detuvo frente a un edificio modesto pero bien cuidado.
—Aquí estamos —dijo, abriendo la puerta y dejándome pasar primero.
Subimos las escaleras hasta el segundo piso, y Axel abrió la puerta de su departamento.
El lugar era bastante limpio y desprendía un suave olor algo agradable. Me sentí complacida al saber que mi ahora esposo era limpio y "ordenado". Aunque había una gran colección de libros amontonados en el suelo que rompía un poco con esa impresión, el departamento tenía su propio encanto.
Axel me observaba mientras miraba alrededor. Era un espacio pequeño, pero lleno de detalles personales que hablaban de su vida y sus intereses
—Eres muy ordenado —dije mientras asomaba la cabeza por la ventana—. ¡Tienes plantas!
Observé feliz aquellas lindas rosas en el balcón.
—Eran de mi madre. Las cuido desde su muerte —explicó Axel, mirando su anillo de bodas—. Puedes ponerte cómoda. Tengo algo que hacer, si no te importa quedarte sola en la noche de bodas, o podríamos tener sexo y luego yo...
Introduje la cabeza dentro de la casa y le di una mirada de desaprobación, claramente molesta con la indirecta del chico. Ambos éramos desconocidos y ese tipo de bromas no eran de mi agrado. No entendía cómo podía ser tan insensible y despreocupado en una situación como esta. Mi mente daba vueltas, tratando de procesar lo que acababa de suceder.
Axel, al notar mi expresión, levantó las manos en señal de rendición.
—Vale, vale, me iré —dijo Axel, quitándose el saco y lanzándolo al sofá con un gesto despreocupado—. Una cosa más... Reglas
Su sonrisa amistosa se desvaneció por completo al decir esas palabras, su mirada reflejaba su seriedad ante sus palabras
—regla 1: Jamás meternos en la vida del otro. Regla 2: No hombres en esta casa, mi casa se respeta y regla 3: no visitas sin autorización.—dijo claramente
Me quedé mirando fijamente a Axel, tratando de mantener la calma mientras su actitud me resultaba cada vez más irritante.
—¿Quedó claro? —preguntó Axel seriamente, su mirada firme.
Respiré hondo, tratando de mantener la compostura.
—Me parece un trato justo.—respondí, esbozando una pequeña sonrisa forzada.
Axel me miró por un momento, como si evaluara si realmente entendía sus condiciones, y luego asintió.
—Perfecto. Buenas noches
Cuando Axel salió del departamento, el silencio se instaló, dejándome sola en el pequeño espacio. Sentí algo de alivio, pero sobre todo incomodidad. No tenía intención de seguirle el ritmo a su actitud controladora, pero sabía que debía jugar mis cartas con cuidado por ahora.
Miré alrededor del departamento, tratando de ocupar mi mente. Era un lugar pequeño, organizado y con un toque personal que no esperaba de Axel. Las paredes tenían fotografías enmarcadas, y el balcón estaba lleno de plantas, especialmente rosas. Parecían un capricho sentimental, probablemente relacionado con su madre, pero no era algo que realmente me interesara descubrir.
El sofá donde me senté era cómodo, aunque no ayudaba mucho a disipar la sensación de extrañeza que me invadía. Caminé hasta el estante de libros, examinando los títulos. Había una mezcla de géneros, desde clásicos hasta ciencia ficción, pero, francamente, no me importaba mucho su colección. Todo esto me parecía ajeno, un espacio que no compartía nada conmigo.
Me acerqué a la ventana, observando las luces de la calle encendiéndose mientras caía la noche. Desde aquí, el bullicio del barrio se veía distante, casi como si no existiera. Me sentía aislada, atrapada en este lugar que no me ofrecía nada más que silencio y una rutina que ya comenzaba a abrumarme.
Regresé al sofá y me dejé caer, mirando el techo. Cerré los ojos, tratando de calmarme. No estaba aquí para conectar con Axel ni para entender sus peculiaridades. Estaba aquí porque no tenía otra opción, y eso era suficiente para recordarme que tenía que mantenerme fuerte.
"Un día a la vez, Hazel", me dije, más como un recordatorio que como una promesa. "Un día a la vez".