—Come de una vez. Se me está haciendo agua la boca.
La insistencia de Briar era demasiada. Midas miró hacia otro lado para no tener que ver la cara de Briar tan de cerca. Esta chica no conocía el significado de vergüenza. Claro, ella no es humana, tiene sentido, pero había límites para ese tipo de cosas. Midas no entendía a esta chica para nada, y dejarla de esa forma solo empeoraría la situación.
Además… que una chica le dé de comer de esa forma…
Eso no es algo que harían los amigos. Su cara ardía de vergüenza. Vamos, Midas, ya eres un adulto, compórtate como tal. Pero aunque se dijera eso a si mismo, era más fácil decirlo que hacerlo. Briar seguía delante de él, ansiosa por comer también.
—¿En serio me vas a dejar así?—preguntó ella, con un tono de voz ansioso. La saliva se le caía por los labios. Las pequeñas gotas de sangre que cayeron en su lengua aumentaron su hambre.
Midas, con un gesto extraño que consiste en mirar a todos lados, reflexionó en silencio. Miró el cielo, luego el suelo e instintivamente le vio el pecho a Briar. Él no sabía que era peor. Ser alimentado como un pequeño pajarito, o verle el pecho a una chica. De hecho, ¿qué edad tiene esta chica? ¿Acaso es más joven que él? Esas preguntas rondaron como hormigas, pero al final decidió tomar una decisión rápida.
Esa carne está cruda, pero era mejor que comer pan y agua. Incluso si él fue el único que recibió comida en ese abismo oscuro, eso no quería decir que la comida fuera buena. Además, la carne fresca de jabalí, según recordaba Midas, es deliciosa incluso si se come cruda.
Valía la pena intentarlo…
—¡Midas, si no te apuras, me la voy a comer yo!—gimiendo en agonía por el hambre, Briar cayó de rodillas. Con su más grande fortaleza y debilidad, el hambre, sintió que se estaba muriendo. Bueno, ya de por sí era una gran hazaña que ella pudiera aguantar el hambre con un pedazo de carne en la boca.
Midas estaba siendo cruel, desde el punto de vista de Briar.
—Eres una sinvergüenza—gruñó Midas. Se acercó a ella, arrodillándose y abriendo la boca.
Briar abrió los ojos y observó en silencio. Midas estaba haciendo lo que ella le decía, como un perrito obediente. Ciertamente le gustó eso. Nadie suele escucharla cuando habla. Tener a alguien que te escucha era muy agradable, aunque era eso desde el punto de vista retorcido de Briar.
Con dificultad, Midas mordió la carne e intentó quitársela a Briar. Sin embargo, él no esperaba que Briar quisiera jugar ahora mismo. Briar no solo no soltó la carne, sino que parecía querer pelear por ella. Midas en serio no entendía a este ser impredecible, pero de alguna forma… él también se unió a la pelea.
Ambos forcejearon como si fueran dos perros callejeros peleándose por un pedazo de basura. Si alguien los viera a los dos en este momento, esa persona solo querría mirar hacia otro lado y olvidar lo que vio.
La batalla duró unos pocos segundos ya que Briar soltó la carne y Midas retrocedió golpeándose la espalda contra el suelo.
—Jajaja. Eres más fuerte de lo que pareces—se rió. Durante su leve forcejeo, Briar sintió bastante fuerza proveniente del cuerpo de Midas.
—Si. Ni yo me lo creo. Pensé que tendría los músculos hechos mierda después de no hacer nada durante diez años.
Para explicarlo mejor, literalmente un mago lo hizo. Midas está modificado con hemomancia y todo tipo de artes oscuras. En su espalda tiene incrustados siete objetos parecidos a pequeñas piedras con símbolos arcanos, los cuales fueron otorgados por la misteriosa Le Blanc de la Rosa Negra. Estás runas potenciaban el poder mágico de Midas tanto, que la primera vez que este usó su magia, literalmente su poder estalló como una bomba convirtiendo todo lo que le rodeaba en oro.
Así como Briar, Midas también es una abominación de la Rosa Negra. En resumidas palabras, él ya no es humano, por lo tanto, no tiene la fuerza de un humano. Además, el hecho de que Midas estuvo agonizando durante varias horas mientras era arrastrado por Briar demostraba su extraña resistencia.
Con la carne jugosa en la boca, Midas masticó mientras miraba el cielo. La carne tenía un sabor bastante exótico y delicioso. La sangre era salada y eso le daba un mejor toque a la carne, la cual era un poco dura, pero la fibras musculares del jabalí estaban llenas de poder y energía. Era suficiente para que un hombre reviviera luego de estar encerrado en una celda.
—Hm… Está bueno, supongo—concluyó Midas. Se sentó en el suelo para mirar a Briar, pero lo que vio fue más repugnante.
Briar estaba arrancándole las entrañas al jabalí con los dientes. La sangre salpicaba en su rostro y en toda su ropa. Su sonrisa maníaca le dio escalofríos a Midas.
Ella no me va a comer, ¿verdad? Existe la posibilidad de que Briar en algún momento pierda el control e intente comerse a Midas, de eso no cabe duda.
Al ver esa imagen repugnante, Midas perdió el apetito y se recostó en el suelo otra vez. Un descanso valía la pena en este momento. Mientras esperaba a que Briar termine de comer, Midas cerró los ojos y se permitió relajarse.
***
Él no tenía idea de cuánto tiempo se había quedado dormido. Más bien, él no sabía que se había quedado dormido. Solo abrió los ojos después de su breve siesta y miró a su costado. Briar estaba allí, durmiendo, sentada con la espalda apoyada en el tronco de un árbol caído.
—¿Cómo puede dormir así? ¿No le duele la espalda?—pensó en lo incómodo que sería dormir así.
Ahora que se percató de algo, se habían quedado a dormir en medio de la nada y no fueron atacados por ningún animal salvaje. ¿Fue suerte? Para nada. Briar mató a uno de los animales más grandes del bosque, por lo que otros animales no se acercaran a ella.
A unos pocos metros yacía el cadáver huesudo del jabalí. Midas no tenía idea de cómo semejante animal podía caber en el estómago de Briar.
—Con un cuerpo tan pequeño…
No es que Midas sea especialmente grande. Él es un poco más alto que Briar tan solo por 10 centímetros, es decir, la estatura de Midas es de 1,71 metros. No es un hombre pequeño, pero tampoco es un hombre alto. Tal vez su apariencia era más normal de lo que él creía.
Dejando eso de lado, Midas intentaba luchar por mantenerse calmado. Cada vez que se distraía, sus ojos eran atraídos hacia la misma zona en el cuerpo de Briar.
No ha pasado mucho. Me sigue afectando… ¿Cómo puedo hacer que se me olvide? La vida de un hombre es sencilla en muchos aspectos. Mueres por un hachazo en el pecho o vives lo suficiente para verle los senos a una chica. No había punto de comparación. Hasta parecía que morir era más fácil que olvidarse de esa imagen tan clara en su mente.
En fin…
—Oye, Briar—se levantó y le tocó la rodilla a Briar con el dedo del pie.
Briar se quejó, gruñó y siguió durmiendo.
—No me digas que eres de las que duermen como piedra en el río…
Él la llamó una vez más, pero Briar repitió el mismo gesto. Ella parecía una muñeca tirada en el suelo. Se veía tan ligera que Midas pensó que, si la pateaba, ella saldría volando sin mucho esfuerzo. Claro, eso fue un pensamiento intrusivo. Es obvio que Midas no iba a hacer eso.
Esperándola en silencio, se sentó frente a ella y la miró con detenimiento. Ella aún tenía sangre seca en la ropa. De hecho…
—Ella apesta…—en son de ese pensamiento, Midas levantó los brazos y se olfateó a sí mismo—Se supone que yo también huelo mal—, pero debido a que estuvo en la celda durante diez años, se había acostumbrado a su olor corporal.
Un buen baño les haría bien a ambos, pero un baño por separado, obviamente.
—Briar… Despierta… Ya amaneció…—suspiró cansado. Ver más de cerca a esta chica era algo agradable. Sin contar todas las atrocidades que ella hizo, sin duda alguna es una chica muy hermosa.
A pesar de su piel gris, sus ojos y su rostro redondo eran bastante adorables. Su cuerpo también mostraba que era una mujer adulta de baja estatura. Bueno, Briar no es tan bajita. Ella tiene 1,61 metros de estatura. Eso está lejos de ser poco.
—Aah… Si me vieran ahora mismo pensarían que soy un acosador sexual. Mi hermana seguro me golpearía y se burlaría de mí. Así es ella, después de todo.
Midas cerró los ojos. Ahora que estoy pensando en ti… Maissa… Espero que estés bien, donde sea que estés. Quiero contarte todo lo que sufrí… Quiero volver a tenerte cerca de mí. Cuando te vea seguramente voy a llorar, pues no podré soportar el haber crecido lejos de ti. No sé cómo te verás ahora, pero estoy seguro que ahora eres la mujer más ruda y peligrosa de toda Zaun. Espérame… regresaré a casa pronto.
Midas extrañaba demasiado a su hermana mayor. No hubo un solo día en el que no se arrepintiera de haberla dejado sola. Claro, Midas aceptó ir a Noxus para poder sacar a su hermana mayor de los carriles. Él pensó que si lograba conseguir el dinero suficiente podría regresar junto a Maissa para vivir juntos en una lujosa casa en Piltóver, con deliciosa comida y ropa bonita. Nadie lo podía culpar, pues era solo un niño débil que quería proteger a su hermana mayor a toda costa. Nunca nadie le dijo que estaba tomando una mala decisión.
Sin embargo, pensar en eso no servía de nada. El pasado es eso, pasado. No hay forma de retroceder el tiempo. Ahora lo que Midas quería hacer era ir a buscar a su hermana.
—Tal vez, con este poder, yo podría sacarte de ese lugar…—se miró las manos, recordando la magia que fluye por todo su cuerpo. Con solo tocar algo, ese objeto se convertirá en oro. Eso era dinero gratis, pero…—Pero este poder también mató a mucha gente…
Dinero manchado de sangre…
—¿Qué estamos viendo, Midas?—dijo Briar sobre el hombro de Midas.
Midas se sobresaltó por un momento. Estuvo tan distraído que no notó el momento en el que Briar despertó. Casi salta del susto, pero se calmó al ver los enormes ojos de esta chica.
—Casi me matas del susto.
—Bueno, estabas mirando a la nada como un tonto y pensé que seria divertido hablarte. Vamos, hombre, parecías un zombi mirando un hueso.
—Aah…—negó con la cabeza, cansado y pensando que tendrá que aguantar estos sustos durante el resto del viaje—Estaba pensando en muchas cosas. En fin—, se puso de pie escudriñando los alrededores—Ya comimos, ya descansamos. Es hora de seguir. No sabemos si los soldados de Noxus siguen por ahí. Más tarde tendremos que buscar un refugio.
—Si, si. Lo normal.
—Mejor presta atención. El camino a Zaun será extremadamente peligroso, pero teniéndote a ti cerca, el riesgo disminuye un poco. Eso si no me matas antes…—eso último Midas lo susurró para que Briar no lo escuchara—El viaje a pie nos llevará, como mínimo, tres semanas. Si no tenemos complicaciones, podremos llegar sanos y salvos.
—Eso es bueno. Ya quiero conocer el lugar del que vienes.
Midas miró a Briar en silencio por un segundo, luego se dio la vuelta y caminó en dirección a Zaun—Es probable que no te guste como se vive en Zaun.
La vida en Zaun es una constante lucha. Midas lo sabía de primera mano porque él fue parte de esa dura vida, pero ahora que va de regreso a ese lugar, Midas tenía la esperanza de poder cambiar la vida de su hermana y la suya. Si Briar está aquí, eso poco importa. Al menos ahora, juntos iban a cruzar estos horizontes.
—¡No te vayas! ¡Oye, espérame!
—Si no caminas rápido te quedarás atrás.
—Huh. Yo soy super rápida. Si lo que quieres es una carrera a pie, entonces eso tendrás.
—¿Qué? ¡Oye, espera! ¡No corras!
***
—Cuéntame una historia, cordero.
En las sombras de este mundo, Kindred, el Lobo, le hizo una pregunta al cordero. Ella lo miró en silencio mientras veía las vidas extinguirse en el frente de batalla. Se ocultaban entre los fríos y nevados de Freljord, mirando a los bandidos enfrentarse a un hombre con una espada enorme.
—Si… Me parece una buena idea. Escucha atento, mi querido Lobo. Esta es la historia de dos viajeros. Juntos atravesaron el mundo y se descubrieron a sí mismos, pero en el camino tuvieron muchos obstáculos.
—He escuchado historias muy parecidas.
—Por supuesto, pero esta es especial así que escucha. Dos viajeros, Dorado y Gris, hambrientos de la misma vida, rompieron las cadenas de su propio tormento…