La luz del día lo despertó, marcando el comienzo de otro día en este mundo devastado. Sabía que su misión de hoy era clara: recolectar todo lo que pudiera del campo militar. Después de un desayuno rápido, hizo un chequeo rápido a su herida, que había sanado bastante bien y verificó el estado de Rick. Le suministró más suero y nutrientes inyectables, asegurándose de que el hombre estuviera estable antes de salir.
Dejando su mochila en el Atlas, se dirigió al campo militar. Usó el vehículo como punto de partida, recorriendo el terreno lleno de cajas, vehículos destruidos y carpas de montaña. No pasó mucho tiempo antes de que encontrara algo bueno: una gran carpa de montaña. Con paciencia y algo de esfuerzo, la acomodó en la cubierta del Atlas, asegurándola bien para evitar cualquier accidente durante el viaje de regreso.
La búsqueda continuó hasta poco antes del atardecer. A lo largo de la tarde, encontró lo que necesitaba: armas, municiones, varios cuchillos y navajas, binoculares, tiendas de campaña, sacos de dormir, chalecos antibalas, guantes, mochilas y equipo táctico en abundancia. No tenía que preocuparse por la ropa, ya que los pantalones, camisas y botas de origen militar eran lo suficientemente resistentes y prácticos para el entorno.
Cuando terminó de organizar el equipo en el vehículo, pensó en los materiales de limpieza e higiene. Recordó a Daryl y su aversión al agua, pero para Daniel, andar sucio era una imprudencia, especialmente en un apocalipsis. La higiene no solo era cuestión de comodidad, sino de supervivencia. Además, la suciedad acumulada podría afectar su salud con el tiempo. Después, buscaría cómo conseguir agua. Tal vez podría encontrar a alguien dispuesto a conducir otro vehículo con más suministros y encargarse de las necesidades básicas, permitiéndole concentrarse en lo más importante: manejar el caos de este nuevo mundo.
Con el plan en mente, se dirigió de regreso al hospital, sabiendo que tendría que buscar por cada cuarto para encontrar artículos de higiene, ya que el almacén no tenía nada de eso.
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Pov Rick Grimes:
Rick despertó, confundido. La voz de Shane resonaba débilmente, hablando de algo sobre flores, aunque sus palabras parecían incompletas, distorsionadas. Intentó centrarse, pero la confusión se apoderó de él. Cuando sus sentidos empezaron a afinarse, se dio cuenta de que estaba solo. Miró las flores secas frente a él, las mismas que había visto en su coma. Con un esfuerzo notable, se levantó, pero su cuerpo, aún débil, no respondió bien y terminó cayendo al suelo.
Trató de pedir ayuda, pero no hubo respuesta. Un sudor frío recorrió su espalda mientras se arrastraba por el suelo, tratando de mantener la calma. Confuso, dolorido y asustado, se levantó de nuevo y comenzó a caminar por los pasillos del hospital. Todo estaba en silencio. Una quietud inquietante que lo ponía más nervioso con cada paso. La oscuridad parecía envolver todo. Al llegar a una intersección, vio un cuerpo tendido a mitad de pasillo, lo que lo hizo detenerse en seco. El miedo se instaló, aunque intentó no dejar que lo dominara.
Bajó las escaleras con dificultad, usando cerillos que encontró en la recepción para iluminarse un poco. Cuando salió al exterior, lo que vio lo aterrorizó aún más: cuerpos esparcidos por todas partes, el caos reinaba en las calles. Un campo militar en ruinas se alzaba en el horizonte, como un triste recordatorio de lo que el mundo había llegado a ser.
En un impulso, vio una bicicleta abandonada. Pensó que podría ser su salvación. Pero antes de subirse, algo captó su atención. Un cuerpo, o lo que quedaba de él, se arrastraba hacia él.
El miedo lo invadió, y su instinto de supervivencia lo hizo retroceder rápidamente. Su cuerpo, aún débil y sobrecargado por el trauma y el estrés, no pudo soportar el movimiento brusco. Cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza contra el pavimento. Sintió un dolor punzante en la nuca y, mientras la visión se desvanecía, una sombra apareció frente a él.
El hombre frente a él tenía unos 25 años, alto y musculoso, con cabello negro y ojos azules. Su ropa táctica negra lo hacía parecer un sobreviviente experimentado, y llevaba un arma en la cadera, además de un cuchillo afilado en la mano.
Se inclinó hacia Rick, sus ojos fríos y su rostro implacable.
-¿Eres tan estúpido?. dijo con tono áspero y una irritación evidente. -¿De verdad estás buscando la muerte?
Rick intentó decir algo, pero el dolor y la confusión lo envolvieron. Antes de que pudiera responder, todo se oscureció.
Su cuerpo, incapaz de soportar el esfuerzo, cedió ante el cansancio y la lesión. La conciencia lo abandonó por completo.
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POV. Daniel:
Había conseguido los suministros de higiene y los llevé al vehículo. Mi plan era regresar al cuarto de Rick, descansar un momento y organizar los siguientes pasos. Pero al llegar, la puerta estaba abierta y la cama vacía.
Solté un suspiro pesado. Maldita sea.
No podía haber ido muy lejos, no en su estado. No tenía mucho tiempo antes de que oscureciera, así que me moví rápido. Salí del hospital y, suponiendo que seguiría el mismo patrón de la serie, crucé el campamento improvisado en busca de su rastro. No tuve que caminar mucho.
A lo lejos, lo vi tambaleándose, apenas capaz de sostenerse en pie. En su desesperación, intentó tomar una bicicleta, pero su cuerpo falló. Lo vi desplomarse como un saco de piedras, golpeándose la cabeza contra el pavimento.
Joder.
Me apresuré hacia él, maldiciando su imprudencia y su estupidez. ¿De verdad pensó que podía moverse solo en su estado?
Estaba apenas conciente - ¿Eres tan estúpido?- pregunté irritado y molesto -¿De verdad estás buscando la muerte?.- No logro responder antes de desmayarse, lo que faltaba.
Lo revisé rápidamente. Respiración estable, sin fracturas visibles, pero el golpe en la cabeza era preocupante. No tenía tiempo para más análisis. Un sonido rasposo captó mi atención.
Un caminante se arrastraba en mi dirección, su cuerpo destrozado pero aún moviéndose. Me puse en una posición ventajosa, asegurándome de apuntar correctamente antes de hundirle el cuchillo en el cráneo. Un movimiento preciso, limpio. No dejé que se prolongara más de lo necesario.
Miré alrededor. La zona parecía despejada, pero no podía darme el lujo de confiarme. Guardé el cuchillo y regresé a Rick.
Lo acomodé con cuidado. En su estado, cargarlo sin empeorar su condición era complicado, pero no imposible. Lo levanté con firmeza y lo llevé de vuelta al hospital. La noche estaba a punto de caer, y lo último que necesitaba era más sorpresas.
Una vez en la habitación, lo coloqué en la cama y revisé su herida. Había sangre en la parte posterior de su cabeza; probablemente se golpeó con una piedra o el pavimento. Nada que pareciera fatal, pero suficiente para dejarlo fuera de combate por un rato.
Saqué material médico y limpié la herida con eficiencia. No tenía el lujo de dormirme.
Me acomodé en una silla, arma en mano. No me fiaba de Rick. No sabía cómo reaccionaría al despertar, y lo último que necesitaba era un problema innecesario.
Sería una noche larga.