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Chapter 37 - Capítulo 36: Las palabras causan dolor, y el pasado aturde la venganza

—Deja de decir estupideces, maldito traidor —contestó Lenear enojado pero a la voz con un tono calmado.

Tal repentino suceso tomó a todos por sorpresa. La batalla entre los guardias y los bandidos se detuvo mientras un hombre con notables signos de edad mayor y cuerpo bien formado, iba pasando montado en un caballo negro junto a tres hombres que iban a su lado.

—¡Señor líder! —saludó uno de los bandidos que se había detenido en medio de la lucha.

El bandido se sentía un poco sorprendido al notar que su líder había entrado en la zona de batalla tan de repente, pero al mismo tiempo dijo lo que hizo para hacerles entender que la persona, cuya presencia detonaba un aura de ferocidad, era su respetado líder.

Albert, Aron y Zirion también notaron al hombre que había llegado. Ellos observando cada parte de ese individuo, puesto que, según su Lenear, era un ex amigo sumamente de confianza en su tiempo.

Ellos podían notar que ese hombre no era alguien con el cual debían de toparse a la ligera. Su sola presencia daba un aire de una fuerza abrumadora.

—Padre, él es...

—Así es, hijo mío. Ese hombre es Marlock Kolls —respondió Lenear mientras no despejaba su mirada de ese hombre—. Ese es el maldito bastardo que traicionó mi confianza y el del antiguo conde.

—Oh, ¿aún me guardas rencor por insignificantes sucesos del pasado? —dijo Marlock en tono burlón—. Sabes que ese conde bastardo no merecía estar en ese asiento.

—¡Cállate, bastardo traidor! No importa si aún te guardo o no te guardo rencor por el pasado. Nada cambia que mi irá haya despertado por tus actos en la actualidad —menciono Lenear mientras su voz detonaba más furia—. ¡Cómo te atreves a atacar mi pueblo! ¡Sucio bastardo traidor!

Marlock al principio se sintió gratificado por observar la expresión de enojo que tenía Lenear, pero al escuchar una vez más la palabra "traidor", por alguna razón lo hacía enojar.

—¿Cómo me atrevo a atacar tu miserable, mediocre y repugnante pueblo? Lenear, ¿llamas a esta zona remota donde no hay ni señal de progresión, pueblo? —la furia que sentía Marlock poco a poco la iba apagando mientras denigraba a su ex compañero—. Tu cabeza se quedó estancada en lamerle hasta el final las botas de un pobre hombre que no tenía madera para liderar un territorio, ¿todo para que? ¿Para que te dejará tirado en un rincón sin ayuda y solo dejado a su suerte? ¡No me hagas reír, Lenear!

—Lo dice un hombre que al final, no obtuvo lo que quería y simplemente fue tirado a la basura, maldito y mediocre traidor.

Tales palabras terminaron de romper el frágil hilo de racionalidad que acompañaba la personalidad de Marlock. Su ira se hizo notar en su expresión y en sus palabras:

—¡Espero que hayas entrenado muy bien a tus hombres, viejo miserable, porque los míos fueron entrenados para masacrar y no tener piedad! —al decir eso, todos los bandidos al rededor se pusieron en guardia.

Ellos habían notado el cambio de temperamento que había sufrido su líder. En todo el tiempo que llevaban saqueando y luchando con él, no lo habían visto tan alterado y tan fuera de sí.

Marlock recorrió con su mirada a las personas que estaban al rededor de Lenear y pronto divisó a uno que poseía los mismos rasgos de Lenear en su juventud.

—Con que ese es tu hijo, ¡Jah! Tiene la misma mirada de ignorancia y apariencia de mierda que poseías en tu juventud —Lenear en ese momento arrugó mucho más la cara—. Yo también tengo un hijo, ¡Klarer, ven!

—Si, padre.

Zirion en ese momento al escuchar a ese hombre referirse de tal manera, lo hizo enojar bastante.

Enseguida, el hijo de Marlock hizo su aparición en su caballo también. Sin duda alguna, ambos hijos llevaban encima las antiguas apariencias de sus padres en el pasado.

—Veamos si tú hijo también adquirió el talento que poseías cuando eras joven —dijo Marlock mientras sonreía maliciosamente—. ¡Malditos bastardos! ¡¿Que hacen parados?! ¡Destrocen a esas insignificantes hormigas y hagan que este pueblo caiga en cenizas!

—¡Guardias! ¡Acaben con esos bastardos con todo lo que tengan! —Lenear también grito dándole un aliento de inspiración a sus hombres.

En cuestión de segundos, el sonido de cuchillos, espadas y gritos se hizo presente en todo el lugar.

La sangre no dejó de salpicar y manchar el suelo. Mientras un guardia clavaba su espada en el pecho de un bandido, un bandido clavaba su espada en el pecho de un guardia.

En vista de buenos ojos, no era necesario analizar tanto para darse cuenta de que los guardias se encontraban en una leve desventaja.

Los bandidos sin duda los superaban, aunque no por mucho, aún lo hacían, pero, los guardias tenían la ventaja en luchar mucho mejor que los bandidos. Además de que sus ataques en conjunto con otro compañero ayudaba mucho a la hora de enfrentarse a más de un bandido.

—Supongo que nosotros también actuaremos —argumentó Sorco mientras sonreía maliciosamente y posaba su mirada en Albert.

—A mí me dejas a ese de allí —señaló Holander a Zirion mientras desenfundaba su espada y sonreía con clara intención de provocación.

—Entonces no me queda de otra, me enfrentaré a ese gusano de mirada mediocre —terminó de decir Klarer afirmando que su contrincante sería Aron.

—No importa a quién elijan, solo matenlos de la forma más miserable posible —los alentó Marlock mientras seguía viendo fijamente a Lenear.

—Tengan mucho cuidado, recuerden que la supervivencia del pueblo está en nuestras manos —les dijo Lenear a Aron, Zirion y Albert en voz baja.

Los tres asintieron con miradas llenas de determinación y furia total hacia sus enemigos.

Zirion salió corriendo intentando atraer a su contrincante lejos de los otros dos. Primero debía de eliminar la posibilidad de que los tres sujetos se ayuden mutuamente en medio de la pelea. Zirion no sabía si esos tres tenían una sincronización en conjunto a la hora de luchar.

Albert entendió la intención de Zirion e hizo mi mismo. Mientras que Zirion corría hacia la izquierda, Albert corrió hacia la derecha. Aron por otro lado solo corrió hacia el medio de la zona de batalla.

Los tres sujetos sintieron que sus intentos de separarlos era algo insignificantes, ya que ellos no peleaban en grupo y mucho menos tenían intenciones de hacerlo. Aún así, no dudaron en seguir a sus oponentes. Klarer bajó de su caballo y de con una fuerte palmada, corrió a su corcel.

Si antes la batalla parecía intensa, ahora sin duda el nivel de la pelea aumentó a alturas inimaginables.

Los bandidos cada vez que podían, destrozaban puestos o casas. Arrojando antorchas o guardias en las estructuras dónde sentían que eran frágiles. Al fin y al cabo, cada una de las casas del pueblo estaban hechos de madera.

Aron se encontraba concentrado chocando espadas con Klarer. La clara diferencia en habilidades era visible. Aunque Aron era fuerte y ágil, la rapidez de Klarer y sus técnicas con el uso de la espada lo llevaban a una clara ventaja.

—Vaya, al parecer no eres un simple gusano después de todo. Digamos que ahora te veo como una hormiga —se burló Klarer mientras ambos chocaban sus espadas.

—Calla, bastardo engreído. Te enseñaré quien es quien ahora mismo.

—¡Padre!

Tal grito tomó por sorpresa a Aron, por lo que, con una mayor aplicación de fuerza empujó a Klarer unos cuantos pasos hacia atrás. Eso sin duda lo dejo un poco sorprendido.

Aron miró hacia su derecho y pudo ver cómo su hijo aparecía de la nada mientras que una mancha de sangre se hizo notar en la pechera del muchacho.

—¡A-Adam! ¡¿Estás bien, hijo?! —pregunto Aron histérico al ver a su hijo aparecer en medio de una sangrienta batalla y ver qué llevaba sangre en su cuerpo.

—¡Padre, estoy bien! ¡Ayudaré a proteger este pueblo!

Adam no quería desconcentrar a su padre en lo más mínimo. Con un solo vistazo, Adam pudo saber que él enemigo que enfrentaba su padre era muy fuerte.

Aron quería gritar en ese momento a todo pulmón a su hijo que se alejada inmediatamente del lugar, pero, Klarer apareció de repente.

—¡No te distraigas, hormiga insignificante! deja que tú pequeño experimente el sabor de la muerte y la desgracia al ver cómo te elimino —Klarer de burló de Aron mientras se reía con un claro tono de malicia.

Aron apretó los dientes de la furia y la impotencia. Lo único que podía hacer en esos momentos era rezar a lo alto para que su hijo no terminará muerto.

 ••••

Albert estaba tomando una postura para poder lanzarse hacia su contrincante. Albert no quería perder el tiempo, él lo único que quería acabar con todo el desastre que estaba azotando a su pueblo.

—Oye, deberías de calmarte un poco, ¿Cuál es el apuro?¿No es mejor tomarse el debido tiempo para apreciar como tú pueblo es destruido? —el tono de burla con el que siempre se expresaba Sorco era muy notable, y eso siempre hacia que cada enemigo suyo sucumbiera a la ira.

—Será mejor que guardes silencio. Te aseguro que si vuelves a decir una incoherencia como esa, lo primero que haré será cortarte esa lengua que tienes —contesto Albert furioso lanzándose al ataque.

—Hombre, si que eres impaciente.

Sorco rápidamente sacó de la parte trasera de su cintura dos dagas. Las dagas tenían una apariencia algo parecida a una espada, pero era más corta, además, las dagas tenían una forma curva algo anchas.

Albert supo en ese momento que su oponente no era alguien simple y que su actitud burlona y tranquila no solo era por fanfarronear.

 ••••

—Tal y como dijo Marlock. Veamos que tan fuerte eres. Espero y no me decepciones —Holander se fue inmediatamente encima de Zirion.

Holander poseía una espada un tanto ancha y larga. Su cuerpo tenía la fuerza suficiente como para luchar con ella sin problema alguna.

Zirion tenía una espada algo similar a la de Holander, pero la de él era un poco más corta y se veía un poco menos pesada. Aún así, eso no impedía que la fuerza de Zirion y sus habilidades, contrarrestara la embestida de Holander.

Un fuerte choque fue provocado debido a la colisión que tuvieron ambas espadas. Las chispas salían disparados por doquier. Holander tenía una sonrisa en su rostro, lo cual demostraba su felicidad al encontrar a un buen oponente.

En cuanto a Zirion, el solo mentía su expresión de enojo y seriedad.

Ambos bandos demostraban tener cualidades que hacían mantener una batalla que tenía pinta de durar mucho rato.

 ••••

Mientras todo eso sucedía. Lenear y Marlock se encontraban uno en frente del otro retirados a una cierta distancia prudencial. Lenear tenía su mano izquierda apoyada en la empuñadura de su espada mientras mantenía su mirada sería y molesta.

Marlock simplemente se quedó mirando a Lenear con una mirada llena de arrogancia total.

—¿Y? ¿No vas a confesar nada? —preguntó Lenear.

—No hay nada que confesar. ¿Quieres que te diga cómo conseguí formar mi propio grupo de bandidos? ¿Quieres que te diga cómo me volví tan fuerte y mantuve una apariencia más joven que tú? ¿O quieres que te cuente cómo me maté todos los días logrando conseguir un puesto decente con los mercenarios dónde estaba?

—Cuéntalo todo, Marlock. Cuenta la razón por la que te encuentras enfrente de mi ahora mismo.

Marlock se quedó callado un momento. Sin duda alguna él quería hacerle saber todo lo que tuvo que pasar para poder llegar a dónde estaba. Pero, al mismo tiempo sentía un disgusto total al saber que no importa que, Lenear siempre daba la impresión de tener todo bajo su percepción.

Eso lo irritaba mucho, sin tardar más, Marlock habló:

—Siempre te tuve envidia, ¿eso es lo que querías oir? Desde un principio cuando te conocí por primera vez, me causaste una rotunda envidia —confeso Marlock. Su frustración era notable al apretar sus puños fuertemente—. Cuando te ví, pensé que mi envidia solo era algo injustificable porque aún no te conocía. En la academia tu demostrabas un talento muy superior al mío, eso me molestó mucho, pero, me dije a mi mismo que si me mantenía unido a tu lado, tal vez podría saber el secreto de tu talento y yo así poder progresar también pero, al pasar el tiempo, tu solo mejorabas más y más y yo me quedaba atrás. La envidia que sentía hacia ti poco a poco se transformaba en frustración.

—Sabes que tú siempre te mantuviste a raya conmigo. Tu talento era casi comparable al mío, Marlock. Simplemente no lo sabías, pero desde ese momento nació tu insaciable codicia.

—¿Codicia? Si... Además de sentir envidia y frustración hacia ti, también sentía una codicia que se alojaba en mi corazón. Tales emociones se revolcaban en mi interior y sin darme cuenta, esas emociones se convirtieron en un profundo odio hacia tí. Era solo que mi codicia me mantuvo cuerdo en el momento que apareciste y me diste una mano para unirme a las filas del conde en ese momento. Sentí que si, iba contigo, a lo mejor conseguiría algo mucho mejor para superarte y si mismo tiempo recibir el reconocimiento que tú tenías del conde. Yo también me quería sentir importante, pero lamentablemente tu acaparabas todos mis deseos y sueños —una mirada llena de odio fue desprendido de los ojos de Marlock en ese momento—. Fue en ese momento que descubrí un tesoro tan magnífico que no pude ocultar mi entusiasmo. Tal tesoro se encontraba guardado, siendo ignorado de tal forma que se me era imposible no codiciarlo y darle la utilidad que se merecía.

Lenear podía intuir a lo que Marlock se refería. Claramente ese tesoro causaba que los ojos de quienes lo miraban deslumbrará con un brillo inusual se apoderamiento.

—La lucha interna entre el poder y el querer derrocar a ese estúpido conde solo hicieron que mi codicia aumentará más. Fue allí que silenciosamente y en secreto, me uni a las filas de esas personas para apoyarlos. Ellos mismos me dieron la oportunidad de participar en el descabellado plan de atacar la mansión del conde junto a los mercenarios contratados. Yo felizmente acepte sin dudarlo. Todo apuntaba a que el plan que habían formado se llevaría a cabo completamente. ¿Cómo podría desaprovechar tal oportunidad? —Marlock al recordar ese momento, no pudo evitar que se le dibujara una sonrisa de satisfacción. Lenear solo pudo fruncir sus cejas y mirarlo con odio—. La cuestión fue que, no llegue a esperar a que ese bastardo no utilizará ese tesoro en sus últimos momentos. Es más, no espere a que ese dicho tesoro no estuviera siquiera en su antiguo lugar. En ese preciso momento sentí como todo lo que había planeado resultó ser en vano. Un inmenso odio surgió de mi y fue cuando te encontré. Nuestro primer encuentro a muerte sucedió allí, y fue en ese momento cuando tú me dejaste esta marca —Marlock se tocó la cicatriz que tenía en la mejilla.

—En ese momento supongo que ya lo habías sospechado... Pero no pudiste cerciorarte debido a que te di una paliza que te dejo marcado —comentó Lenear mientras sonreía lleno de orgullo.

—Bastardo, no te creas tanto solo por ese encuentro. Yo estaba cegado por la furia —refutó Marlock—. Además, después de que lograste escapar, yo mismo capturé, torturé e interrogé a la que en ese momento era su secretaria personal. Ella después de rogar y agonizar, confesó que ese dicho tesoro fue entregado a tí. Debido a mi exagerado enojo, tomé a Karzin como mi esclava sexual.

La furia de Lenear llegó a un extremo dónde por poco desenfundaba su espada. Con excesivo odio, Lenear maldijo a Marlock en voz alta.

—¡Eres un maldito bastardo traidor! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Ella sentía una admiración hacia ti y un amor incomparable! ¡Maldito, maldito y traidor!

—Si, si —Marlock definitivamente ya estaba arto de escuchar ser llamado traidor por ese bastardo de Lenear—. La use a mi antojo, si ella sentía algo por mi, pues si deseo se le cumplió al yo tomarla con mi esclava. Después de eso, me fui con los mercenarios, los cuales eran un grupo de bastardos peores que yo. Tuve que sudar literalmente sangre para poder tener mi pequeño séquito de bandidos y de allí pude partir a pueblos remotos y saquearlos. Gracias a eso me hice un nombre, y pude reunir cada vez más a más bandidos, todo para llegar hasta tu miserable pueblo.

—El odio que siento hacia ti pronto estallará. Termina rápido, juro que está espada atravesará tu maldita garganta —bocifero Lenear lleno de furia.

—En fin, en unos de esos saqueos Karzin quedó embarazada de Klarer, lastimosamente ella no sobrevivió después del parto, así que la tiré y tomé a mi hijo. Resumiendo, todo lo que sucedió, todas mis decisiones, todo fue tu culpa. Si no hubieras tomado ese tesoro y lo hubieses dejado, nada de lo que hice tuvo que haber pasado. ¿Lo entiendes ahora?

—Dices que yo, que desde pequeño mostré un talento en la lucha, yo, que desde joven fui aceptado en una academia prestigiosa, yo, que siempre fui mejor que tú en todo, yo que obtuve el reconocimiento del conde, yo, quien obtuvo ese deseado tesoro que muchos codiciaban, ¿tuve la culpa que tu miserable y podrida vida? —Lenear pensó que jamás en la vida había escuchado algo tan absurdo, pero, tontamente estaba equivocado.

Lenear ya no pudo soportar más. Lentamente desenfundó su espada, una espada cuya empuñadura estaba cubierto por el mismo cuero negro que poseía la vaina, cuya espada estaba hecha de un metal tan brillante y hermoso que causaba que las miradas se perdieran en ella.

Esa espada era ese rumoreado tesoro por el cual Marlock ocasionó un sin fin de miserias y desastres. Tal espada había provocado e intensificado la codicia de un hombre que hizo todo lo posible por obtenerla sin importar el costo.

—Quiero que observes con detenimiento. Está espada, este tesoro será el que acabará con tu vida. Yo mismo te asesinare con el tesoro por el cual has vivido atormentado todo este tiempo, maldito traidor. La espada cuyo nombre es, "Avaricia en plata", será lo último que verás.

Marlock con los ojos fijos en la espada, tampoco pudo soportarlo más y saltó de su cabello. Con una fuerte palmada, Marlock espantó al corcel para así tener la deseada lucha de su vida. Por fin obtendría las dos cosas que más quería en el mundo. La espada "Avaricia plateada" y la muerte por sus propias manos de Lenear.

—Hoy sin duda morirás, viejo desgraciado —dijo Marlock mientras sacaba su espada también.

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